[cherry_row type=”full-width” bg_type=”none” bg_position=”center” bg_repeat=”no-repeat” bg_attachment=”scroll” bg_size=”auto” parallax_speed=”1.5″ parallax_invert=”no” min_height=”300″ speed=”1.5″ invert=”no”]
[cherry_col size_md=”12″ size_xs=”none” size_sm=”none” size_lg=”none” offset_xs=”none” offset_sm=”none” offset_md=”none” offset_lg=”none” pull_xs=”none” pull_sm=”none” pull_md=”none” pull_lg=”none” push_xs=”none” push_sm=”none” push_md=”none” push_lg=”none” collapse=”no” bg_type=”none” bg_position=”center” bg_repeat=”no-repeat” bg_attachment=”scroll” bg_size=”auto”]
[mp_text]
¿Sabias que casi el 50% de los niños llevan zapatos pequeños?
Los zapatos para niños mas adecuados son aquellos que protegen el pie sin deformar la marcha, es decir que facilita el paso normal y que se adapten desde el primer día.
El uso de calzado inadecuado puede causar deformidades o incluso problemas en el desarrollo motor. La doctora Laura Ramos, del centro podológico Footlab, nos da una pautas para detectar si el calzado infantil que están utilizando los niños, es el adecuado:
Señales de alerta de que un zapato se ha quedado pequeño:
–Enrojecimiento del dedo gordo (incluso a veces, del 2º dedo, cuando este es el más largo), incluso ampollas o rozaduras y por tanto dolor que suele ser la primera señal de alarma en los niños.
-Aparición de callosidades en la zona lateral del dedo gordo asociadas al roce y fricción del propio zapato, incluso a veces en la zona posterior del talón.
-Incomodidad en la marcha , modificando la forma de caminar, lo que puede generar ciertas descompensaciones en el proceso de desarrollo motriz normal.
– Alteraciones en las uñas: Onicocriptosis (uña encarnada), cuando el zapato presiona en exceso esta zona, puede favorecer que la uña se clave en la piel provocando desde pequeñas molestias hasta grandes inflamaciones complicadas con procesos infecciosos. Hematomas subungueales, el sangrado por debajo de la uña como consecuencia del trauma generado por el zapato también puede ser otra señal de alarma, etc..
Cuando un zapato excesivamente pequeño se mantiene durante periodos de tiempo más prolongados, podría favorecer la aparición de deformidades tipo dedo en garra o martillo, incluso deformidades estructurales más severas.
Por el contrario un zapato excesivamente grande, permite movimientos de deslizamiento excesivos en el interior del calzado que pueden actuar de forma muy similar, favoreciendo la aparición de rozaduras, ampollas, onicocriptosis, hematomas, callosidades como consecuencia del golpeteo continuo del zapato sobre el dedo más largo o alguna otra zona de roce o fricción.
La elección de la talla del zapato siempre es un problema, mucho más cuando se trata de un niño en proceso de desarrollo. Hay que recordar que debe haber un margen de espacio entre el dedo mas largo y la punta del zapato. Unos 0,5 cm
En función de la edad el zapato ha de cubrir una serie de necesidades básicas. El neonato no debe calzarse como mínimo hasta que desaparezca el reflejo de prensión plantar aproximadamente a los 9 meses que suele coincidir con el comienzo del gateo. El gateo no exige calzado, únicamente protección que evite que el bebe se resbale dificultando el gateo. Desde mi punto de vista, nos comenta la doctora Ramos, el calzado, como medida de protección, se hace indispensable con los primeros pasos del bebe. Ha de ser flexible a nivel metatarsal, ligero y con sujeción en el empeine (hebillas, velcros, cordones, etc.). No debe ser abotinado y sin modificaciones internas en ella suela tipo arcos o cuñas si se trata de un pie sano.
Cómo elegir la talla del calzado:
Efectivamente el zapato debe ajustarse siempre a las dimensiones del pie y esta tarea puede resultar complicada cuando se trata de un niño, sobre todo cuando el niño no es capaz de decirte si le aprieta o le queda grande. Para mas detalles, puedes ver nuestro post sobre cómo elegir correctamente la talla de zapatos de tu hijo.
Mi recomendación, indica la doctora, es en estos casos es tomarle la impresión de la huella a modo de juego. Colocamos al niño descalzo y de pie (siempre de pie, nunca sentado puesto que las dimensiones varían), sobre un folio en blanco y con un lápiz, perpendicular al plano del suelo, trazamos la silueta del pie desde el talón hacia la zona de los dedos y nuevamente hacia el talón. Esta silueta la recortamos, dependiendo de la edad del niño, podemos pedírselo a él o no, y la doblamos varias veces hasta conseguir una tira de papel con la longitud exacta del pie del niño (distancia 1º dedo- talón). Otra opción es medir la distancia desde el final del dedo mas largo de la huella al final del papel y esta medida es la que debemos tener en cuenta en la guia de tallas.
A tener en cuenta:
Existen una serie de leyes que rigen el equilibrio entre el crecimiento óseo y el de las partes blandas. Una de ellas, la ley de la alternancia establece que hay dos picos de crecimiento en longitud muy marcados que van de 0-2 años y de 10-15 años, es importante por tanto, en estos dos periodos, revisar con más frecuencia la talla de los zapatos en los niños. Otra de las leyes, la ley de las proporciones, establece que el tamaño del pie al año, año y medio es el 50% del tamaño que tendrá en la edad adulta y a los 10 años del 81% aproximadamente, otro dato a tener en cuenta para elegir el zapato más adecuado
[/mp_text]
[/cherry_col]
[/cherry_row]
MOTOPRESS_5a8ed993ff6bb